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Conforme bajan las temperaturas, el grosor de la ropa aumenta y eso puede dejar a los bebés hechos un embrollo de lana. Para no exagerar, abrígalos según el tiempo que tengan:

Recién nacido

Es cierto que si se trata de un recién nacido la sensación de frío es peor, y hay que saber que esto ocurre por varios motivos, la piel del bebé es más delgada, aún no tiene mucho movimiento (menos si lo llevas en coche) y aún no conserva bien el calor.

Lo ideal es que los bebés tengan una capa más de abrigo que un adulto, si no hace tanto frío, no necesitas colocarle gorro u otros accesorios que pueden no ser tan útiles como un polo delgado interior o una manta superficial.

Más de un mes

Sin embargo, ten en cuenta que si el pequeño tiene tendencia a sudar, no puedes abrigarlo mucho porque el sudor se le puede enfriar en el cuerpo. También pueden presentar temperatura hasta de 37,3°C por estar muy abrigados. Siempre toca su cuello o frente para revisar si hay cambios de temperatura o si están sudando de calor. No te dejes llevar por la temperatura de las manos, es la parte más expuesta al frío.

Por otro lado, con el frío, es posible que el bebé tiemble un poco y se ponga pálido pero esta puede ser su forma de reaccionar y expresar su frío. Lo que en realidad puede causarle enfermedades, es el cambio brusco entre un ambiente cálido y un ambiente frío.

Más de tres meses

Pasados los primeros tres meses, el bebé ya tiene más grasa corporal como para conservar mejor el calor así que ya no necesita tanto abrigo, que use solo lo que usa un adulto. La regla se mantiene conforme el bebé empieza a caminar.

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