Todo el entusiasmo de los peruanos por el fútbol, por nuestra selección, se va muriendo poco a poco. Rusia 2018, el Mundial al que asistimos luego de 36 largos años, es ya un recuerdo lejano.
Es una pena que la Blanquirroja haya perdido su identidad de juego, “el chocolate”, que hacía posible llegar al arco contrario con cierta facilidad y marcar goles.
Como todo en la vida, en el fútbol no hay perfección, pero siempre se puede hacer mejor las cosas.
Sin embargo, luego de cinco partidos jugados, Perú es último en la tabla de Sudamérica y no ha marcado ni un solo gol. El partido de mañana es clave, porque si no le ganamos a Venezuela, la presencia de Juan Reynoso como técnico ya está demás. Debe irse.
Y esta crisis no solo nos aleja del Mundial 2026, sino también golpea a los emprendedores, como en Gamarra, donde han invertido su capital en la confección de polos, que por ahora nadie quiere comprar.
