En este balcón editorial ya hemos dicho que el país está en involución. Casi sin darnos cuenta, caminamos para atrás, como Michael Jackson. ¿Se acuerdan el pasito? Y lo que es peor: yo creo que hemos entrado a algo más peligroso: la degradación en todos los aspectos, entre ellos el ético y moral.

Si no, cómo se explica que una señorita que atropelló a tres jóvenes y causó la muerte de dos de ellos en plena avenida Javier Prado, cuando iban a hacerse un examen médico obligatorio para una chamba, salga libre gracias a un Poder Judicial lejano del dolor del prójimo y de la sed de justicia de los afectados.

Por calles y plazas se dice que , la susodicha del atropello, tiene influencias, vara y plata. ¿Y eso qué? Al diablo con su dinero y su procedencia, la justicia debe aplicarle la condena respectiva y, encima, que indemnice a los deudos y afectados. Punto.

Alegatos como que tiene arraigo laboral y familiar y que es nula la posibilidad de que vaya a eludir la acción de la justicia, o sea fugarse, no estarían sobre la mesa si la implicada fuera Juana Pérez. ¿Vedad? Por menos, muchos o muchas están confinadas en una cárcel, pero Melissa dormirá a pierna suelta en su casa. ¡Así no juega Perú, señores jueces!

Esto fue todo por hoy, estoy recontra asado, cierro el Ojo Crítico, hasta mañana.