Qué tal.

Y Paolo vuelve. El gran acorazado blanquirrojo, que va rumbo a conquistar la gloria en Rusia 2018, ahora sí llegará a las tierras de Putin armado con su artillería del máximo calibre y del mayor alcance.

Porque eso es lo que es Guerrero. Un obús. Un tanque infalible. Un misil. Un crack de orden internacional, cuya eventual ausencia en el Mundial era lamentada por los mejores jugadores del planeta.

Por eso el país salta de alegría y grita su contento. Además, hay que reconocer la incidencia de Edwin Oviedo, presidente de la Federación Peruana de Fútbol, en este desenlace feliz: llamó a su par de la FIFA, viajó a Suiza con el “Depredador” y ahí se diagramó la estrategia a seguir que terminó con la habilitación por parte del Tribunal Federal Suizo.

Dicho de otro modo, hubo una estrategia jurídica guiada también por una mano divina. Dios esta vez sí fue peruano, como la camiseta puesta.

En adelante la chamba de Ricardo Gareca será utilizar al 9 sin que el equipo pierda el automatismo y la convergencia para el gol que adquirió desde el repechaje, tras su injusta ausencia.

¡Bienvenido, capitán!

¡Bienvenido, capitán!