La televisión japonesa vuelve a sorprender con otro programa más que surrealista, en los que se pone a pruena la dignidad (y el estómago) de los espectadores.
Los participantes compiten por no comerse una cucaracha, ante la atenta mirada del público, cuyos gestos están entre el asco y la mofa, sino en cómo colocan un tubo horizontal entre dos concursantes, con una cucaracha en el interior, de manera que ambas concursantes soplan con fuerza para alejar el insecto de su boca.
El final es inevitable, alguien se traga el insecto.