Me entregué y ahora sufro
Me entregué y ahora sufro

Por: Magaly moro

magalymoro@grupoepensa.pe

Francesca (Rímac, 23). Doctora, no sé qué hacer con él. Siempre me consideré una persona bastante religiosa por los hábitos de crianza que me inculcaron desde la niñez. Mi familia es católica y desde muy pequeña me cultivó la idea de permanecer virgen hasta el matrimonio. Pese a que durante mi adolescencia no tuve ningún problema, ahora se ha convertido en un estigma que podría llegarme a costar la confianza en mí misma.

Sucede que, durante mis clases en el instituto, conocí a Omar, un joven guapo, educado y solo un par de años mayor que yo. Nos convertimos en amigos al instante. Luego de un tiempo, cuando decidimos ser enamorados, opté por contarle mi secreto. Si bien creí que la noticia le caería como un balde de agua fría, lo aceptó muy bien y me dio su total apoyo en todo momento.

Fue entonces que la confianza entre nosotros creció y no dudé en confesarle que con él quería perder mi virginidad. Omar fue quien se encargó de todos los preparativos para pasar una noche inolvidable. Todo fue lindo y emocionante descubrir lo bello que es tener sexo con una persona a quien uno ama de verdad.

Sin embargo, la felicidad no duró mucho y su actitud cambió de la peor manera desde aquel día. No ha parado de hostigarme cuando salgo con mis amigos o mi familia. Su desconfianza llega hasta el punto de creer que lo engaño cuando no estamos juntos. Mis amigas me han dicho que termine la relación porque no es saludable para ninguno de los dos. Ahora no sé si estuvo bien entregarle lo más preciado de mí a Omar, a quien ya no soporto más.

OJO CONSEJO:

Uno nunca termina de conocer a la persona que tiene a lado. Acepta que te equivocaste y aléjate de él, pues pronto hallarás a alguien que te ame de verdad.

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