DEBORAH (31, Independencia). No sé qué hacer, doctora. Me gusta demasiado el profesor del gym donde acudo a bajar los rollitos, me vuelve loca, me trastorna y todas las noches sueño con él.
Me encantan sus músculos, sus bíceps, sus piernazas y deliro cuando lo veo en sus mallitas, mostrando toda su proverbial cuerpo, bien marcado y no puedo concentrarme para nada.
Yo sé que a muchos hombres y mujeres les pasa lo mismo, sin embargo el problema es que soy casada y cada vez más le pierdo interés a mi esposo por pensar en Adrián, como se llama el profesor que se dedica a lo relacionado a las pesas.
Si voy al gym, es tan solo por verlo. Es la verdad. Madrugo, después de contar las horas de la noche, para estar allí, tan solo para contemplarlo, ensimismada, pensando en que me haga suya.
Lo imagino conmigo en la intimidad, apretándome con esas señoras piernas que tiene, aplastándome con su pecho de acero y ahogándome en sus brazasos portentosos.
No sé qué hacer, doctora. Las noches me la dedico a soñar con él y despierto completamente sudada, extasiada, hasta más loca que nunca.
Mi esposo se está dando cuenta de mi fervor por ir al gym y ya no tengo excusas para salir de casa para estar cerca a ese monumento de hombre.
Por eso es que le pido que me brinde un buen consejo, doctora. Esta situación me desespera pero de la misma forma me encanta ver a Adrián en sus mallas.
Como le digo, yo soy una mujer casada, soy feliz en mi hogar, pero este hombre me tiene totalmente trastornada, quisiera que me haga suya, pasarla de lo mejor a su lado y disfrutar de muchas veladas entre sus músculos que me maravillan.