Evelyn Poma inició su travesía hace 12 años. Hoy cuenta su historia de superación. (Foto: Cortesía)
Evelyn Poma inició su travesía hace 12 años. Hoy cuenta su historia de superación. (Foto: Cortesía)

La mujer peruana es ejemplo de inspiración y superación, los motivos sobran, y más aún cuando eres la madre de dos hijas. En esos pilares se basa la vida de Evelyn Poma, una peruana de 43 años, que orgullosa del uniforme de vendedora de combustible, a puro esfuerzo, se convirtió en la administradora de una estación.

Evelyn Poma, actual administradora de la estación PRIMAX en la Avenida Argentina, inició su travesía en 2012, cuando se convirtió en vendedora de combustible, atendiendo en las islas de despacho. Aún recuerda su primer día, nerviosa y reservada, pero motivada por el corazón de una madre.

Poma cuenta que el equilibrio entre el trabajo y la familia, le cambió la vida. “No fue fácil, sin embargo, durante este largo camino he sentido muy de cerca a todos, mis compañeros y el lugar de trabajo, convirtieron la estación en mi segundo hogar”.

Evelyn Poma inició su travesía hace 12 años. Hoy cuenta su historia de superación.
Evelyn Poma inició su travesía hace 12 años. Hoy cuenta su historia de superación.

Evelyn no la tuvo fácil, recuerda que superó muchas trabas de la vida, propias de “una mamá soltera que intenta surgir y que asumió la responsabilidad de sostener económicamente a sus dos hijas”.

El duro camino laboral que atravesó inició en las islas de despacho de combustible, para luego ser encargada de “playa”. Pasó como supervisora de contenedores, asistente de estación, personal de atención en tienda, hasta asumir su rol actual de administradora.

“No lo podía creer, pero sabía que era producto de su esfuerzo y dedicación”, recordó. Consciente de que el ahorro es importante, Poma logró estabilidad económica para su familia y realizó mejoras en su hogar. En paralelo, y durante el trabajo, se preparó en conocimiento administrativos.

Recuerda con emoción el momento en que, mientras atendía, recibió la notificación de su ingreso a un instituto público. “Ese día lloré de la emoción, mis compañeros celebraron conmigo, algunos clientes me miraron sorprendidos, y lo único que podía decir en ese momento era: finalmente voy a estudiar”, señala.

“Todos los días son buenos si tienes la mejor actitud, los conflictos llegan a resolverse y luego sin darte cuenta, la jornada ya ha culminado. Siempre hay tiempo para todo”, enfatiza.

Las metas de Evelyn siguen vigentes, con toda la experiencia, ahora busca continuar sus estudios a nivel universitario. Encomendada a Dios y, por sus hijas, su sueño es obtener un grado académico que le permita ascender un nuevo escalón laboral.

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