¡Qué tal!. Un consultor en gestión del tiempo, que daba una ponencia, puso sobre la mesa un frasco de cristal y un montón de piedras del tamaño de un puño. “¿Cuántas piedras caben en el frasco?”, preguntó. Mientras el auditorio hacia sus conjeturas, el conferencista introducía piedras en el frasco hasta llenarlo. Luego preguntó: “¿Está lleno?”. Todos asintieron.

Entonces sacó de debajo de la mesa un cubo con ripio, que todos conocemos, puso una parte en el frasco y lo agitó. Como era lógico, las piedrecitas penetraron por los espacios que dejaban las piedras grandes. Y el consultor volvió a preguntar: “¿Está lleno?”. Esta vez, los asistentes dudaron. “Tal vez no”, dijo uno, y, acto seguido, el consultor extrajo un saquito de arena y la metió en el frasco. “¿Y ahora?”, repreguntó. “¡No!”, exclamó el público. Entonces el catedrático tomó un jarro con agua que empezó a verter dentro del recipiente. Este aún no rebosaba.

Terminada la sesión, inquirió: “¿Qué acabo de demostrar?”. Uno de los presentes respondió: “Que no importa lo llena que esté tu agenda; si lo intentas, siempre puedes hacer que quepan más cosas”. “¡No!”, repuso el experto, y concluyó: “Si no pones las piedras grandes al principio, luego ya no cabrán”.

Recordé otra vez el juego de las piedras, como se llama esta lección, a propósito de la terquedad de la población para acatar las normas sanitarias de prevención que son vitales para no contagiarse de Covid-19.

Las piedras del tamaño del puño, que es el tamaño del corazón, representan la vida y a la vida hay que cuidarla, curarla en salud. Es la piedra base de todo. Si caemos en esta enfermedad, las lágrimas pasarán a ser el agua que llenará el frasco del dolor, porque no olvidemos que estamos frente a un virus sumamente contagioso y mortal.

Pongamos nuestro granito de arena para que el rebrote pronosticado no se cumpla y, poco a poco, la meseta se asiente y tengamos menos compatriotas en clínicas y hospitales. ¿O es mucho pedir?

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta el lunes con el favor de Dios.