Cuando se conocieron, Héctor Lirio Flores (24) sabía que Yelitza Tineo Huamaní (23) era la mujer de su vida. Nunca imaginó que el amor que los unió acabaría de la manera más trágica: la muerte de ella. Tras cuatro años de relación amorosa ya tenían la vida planeada: la casa estaba casi lista, se iban a casar pronto, tener hijos y alcanzar sus metas profesionales. Además, todo estaba listo para la boda que iba a concretarse en julio.
Todo iba sobre ruedas, hasta que ella decidió ingresar al quirófano de la Clínica La Luz, en Lince, donde, tras una liposucción, soñaba con salir con la figura deseada para el día más importante de su vida: su boda.
Pero la joven administradora falleció en dicho centro de salud, en la tarde del pasado viernes. Era la primera vez que se realizaba una operación estética y, en los exámenes que le practicaron, salió saludable y sin ningún riesgo, de acuerdo a la versión de sus parientes.
Ellos sospechan que hubo negligencia por parte de los médicos que la intervinieron. Además, manifestaron que les propusieron un acuerdo “para que esto no se divulgue”, lo que ha generado indignación en los deudos.
“Mi hija no tenía ninguna enfermedad. Ella ha estado sana”, comentó Ignacia Huamaní Palacios (48), madre de la víctima, en la madrugada de ayer, en el exterior de la Morgue de Lima.
NOVIO DESCONSOLADO. Mientras tanto, el desconsolado novio, Héctor Lirio, ha pedido que los agentes de la División de Homicidios de la Dirincri investiguen exhaustivamente lo que ocurrió en la sala de operaciones y que la justicia castigue a los culpables, aunque eso nunca le devolverá a la mujer que amaba.
Pedida de mano. El pasado 22 de febrero, Héctor Lirio hizo la pedida de mano de la administradora Yelitza Tineo, como primer paso para formalizar la relación amorosa.
Los jóvenes enamorados eligieron ese día porque cumplían un mes más de estar juntos, según comentó el triste prometido.
Con el anillo de bodas en la mano, cabizbajo y hablando despacio, Lirio detalló que su novia nunca le temió a la muerte, a pesar de que él le expresaba sus temores ante el momento inevitable de abandonar esta vida.
“Ella era bien alegre, incluso cuando yo le hablaba de la muerte. Ella decía que no le tenía miedo, que llegará, nada más. Yo le preguntaba por qué tanto construimos, por qué tanto hacemos si al final nos vamos a ir. ‘Ya, pero hay que vivir, hay que seguir trabajando’, me decía. Ella era una persona empeñosa, siempre quería tener más, quería ser grande y mejorar en todos los sentidos”, dijo Héctor.
Planes rotos. Ambos habían ahorrado para construir, poco a poco, una casa donde anidar su vida como futura familia. Sus esfuerzos los llevaron a levantar un inmueble al que solo le faltan los acabados, como puertas y ventanas.
En el lapso hasta la celebración de su boda, en julio, ambos iban a seguir dando los acabados a la casa y se iban a mudar juntos, a Ate, para disfrutar del amor que, en febrero, se habían comprometido a formalizar ante los ojos de Dios y de sus seres queridos.
“Desde el primer día que yo la conocí, sentí algo diferente por ella. No era un amor común, como de simples enamorados. Estaba convencido de que ella era la mujer de mi vida. Teníamos casi todo hecho para cumplir nuestros sueños, nuestras metas”, contó, entre lágrimas, el novio.
Despedida. El último día que vio a su prometida, Héctor solo pudo verla a lo lejos, mientras ella se iba junto a su madre a la Clínica La Luz.
El novio comentó que no estuvo de acuerdo en que Yelitza se sometiera a esa operación de liposucción, pero era su decisión y la respetó de todas maneras.
“Antes de que vaya a eso, cuando se hacía sus últimos chequeos, como ya me había rendido a oponerme, le dije te voy a acompañar. Pero ella me decía no, no vas a poder, tú trabajas en la mañana. Entonces yo le dije: ya, mañana hablamos. En la mañana solo la vi frente a frente, después se fue para el local”, comentó Lirio.
Ese fue el último momento que el joven la vio con vida y fue en la empresa familiar, que se dedica a la distribución de pollos en Lima, donde se conocieron y enamoraron. Yelitza se encargaba de administrar dicho negocio, mientras él, en aquel entonces, recién empezaba a laborar en dicho lugar. Allí nació el amor y los planes que terminaron por romperse.
“Yo solo quiero que se haga justicia. Espero que esa empresa no siga laborando, porque así como le ha pasado a mi pareja a otra persona le puede pasar lo mismo. Ella era una chica sana, una chica que entró con los dos pies y no sufría de nada”, detalló el novio con la mirada en el vacío.