Hace 17 años, Valeria Núñez del Arco se embarcó en el aprendizaje de la cosmética natural cuando comenzó a trabajar en una empresa cosmética. Sus ganas de salir adelante la inspiraron a aprender sobre los productos que ofrecía a los clientes y los insumos con los que se preparaban. Años más tarde, cuando tenía dos hijos, se animó a emprender en este rubro con talleres especiales para enseñarle a sus alumnas diferentes fórmulas y cómo pueden iniciar su propio negocio con lo aprendido.

¿Cómo nació “Aroma de Vale”?

Cuando llegó la pandemia, tuvimos que quedarnos en casa, y un día un pariente mío llega y me regala un jabón natural. Ese producto me recordó todo el tiempo que había trabajado y lo que había aprendido de jovencita. Justo en ese tiempo aprobaron el retiro de la AFP y con ese dinero pude invertir para sacar adelante mi negocio.

¿Es rentable tener un emprendimiento de cosmética natural?

Aproximadamente, con S/ 100 puedes empezar a vender jabones naturales y recuperar tu inversión. Hay clientas mías que vienen a mis clases y ya quieren vender, pero antes de ofrecer los productos les digo que deben probarlos antes. Siempre se deben testear para asegurarnos de que funcionen.

¿Qué tipo de afecciones se pueden tratar con la cosmética natural?

Muchas veces, por vender, en internet encontramos algún jabón milagroso que promete curar enfermedades. La cosmética natural no puede eliminarlas, pero sí puede acompañar su tratamiento. Es un complemento para problemas como el acné, la rosácea, el vitiligo y necesidades específicas.

¿Qué ofreces en tus clases?

Dicto talleres presenciales en Los Olivos, pero también doy clases por Zoom para Lima y provincias. La idea es que mis alumnos puedan crear sus propias fórmulas y tener una asesoría continua aún cuando ya acabaron las clases. También les enseño cómo emprender con lo que les enseñé.

¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo?

Yo no quería trabajar y que a mis hijos los cuiden mi mamá o mi hermana. Este trabajo me permite estar cerca de ellos, criarlos y acompañarlos. Podría tener un local, dar clases todos los días, pero tampoco lo disfrutaría tanto. He encontrado un equilibrio.

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