El auditorio del penal de Lurigancho fue escenario de batallas. No de las que implican conflicto y armas, sino de aquellas en las que hay rima, estilo y contenido. Batallas de Freestyle, en las que participaron más de 50 internos para demostrar su talento en este arte de la improvisación a través del género rap.
Las competencias formaron parte de la segunda edición del Festival Freestyle “Arte Libre”, iniciativa que se desarrolló para promover la resocialización de jóvenes privados de su libertad como Joe Salazar, ganador del concurso y quien ve en este tipo de actividades una oportunidad de cambio.
Una mirada parecida tiene Carlos Renato Paucar, participante del concurso e interno del pabellón 9, cuyo propósito al salir del penal, ubicado en San Juan de Lurigancho, es poder dedicarse al hip hop de forma profesional.
Programas artísticos para resocializar
Como ellos, comenta Anibal Martell, coordinador de Arte y Cultura del Instituto Nacional Penitenciario (Inpe), muchos de los internos encuentran en los proyectos artísticos, que promueve la institución, una experiencia que contribuye a su desarrollo cognitivo, socioemocional e intercultural.
“Todo esto fortalece el tratamiento y los procesos de rehabilitación y resocialización de las personas privadas de libertad”, refiere tras detallar que vienen realizando talleres de música, teatro y baile, en alianza con instituciones privadas.
Agrega que estas iniciativas de arte y cultura, que complementan la educación básica de los internos, son acogidas por ellos con gran interés y motivación. Incluso, para algunos, es la primera vez que tienen un acercamiento con estas actividades.
“Cuando se les propone, hay una receptividad muy fuerte. Los internos buscan esas oportunidades donde pueden, por primera vez en su vida, tener una experiencia de educación artística. Algunos vienen con saberes previos, pero muchos no han tenido nunca esa oportunidad”, cuenta a OJO.
Solo en lo que respecta a talleres de formación musical, precisa Martell, se han implementado en 18 penales del país, teniendo a más de 1300 beneficiarios. A nivel general, tienen alcance en reos de diversas edades, géneros y nacionalidades.
Un futuro tras las rejas
Además de lo formativo, gracias al convenio con el Ministerio de Cultura (Mincul), el Inpe ha podido llevar a los elencos nacionales hacia los penales para que brinden conciertos y recitales a la población privada de libertad.
“La Órquesta Sinfónica Nacional, el Coro Nacional, el Ballet Clásico Nacional y el Ballet Folclórico Nacional se han presentado en establecimientos penitenciarios en una promoción del acceso a las actividades artísticas de alto nivel”, señala.
Aunque no es el fin supremo de este conjunto de programas, Martell sostiene que algunos internos han desarrollado habilidades de manera profesional y, una vez libres, han encontrado un espacio ocupacional, sobre todo en el canto y la música.