Durante una de las pocas visitas privadas que concede tras su retiro, Benedicto XVI, al ser preguntado por uno de los asistentes por las razones de su decisión, respondió: 'Me lo dijo Dios', según la agencia.
Ratzinger explicó que no se trató 'de ningún tipo de aparición o ningún fenómeno de este tipo', sino que fue 'una experiencia mística' en la que el Señor hizo crecer en su corazón 'un deseo absoluto de permanecer a solas con él, recogido en la oración'.