Pasada la calentura de la campaña electoral, es hora de pensar, con la cabeza fría, en la unión de los peruanos, la decencia y la reconciliación entre los protagonistas de la segunda vuelta electoral. PPKausas y fujimoristas se atacaron con todo y los candidatos cayeron en el insulto y golpes bajos, por los que definitivamente tienen que pedirse disculpas públicas.
Ahora hay que poner paños fríos y confiar en Pedro Kuczynski, un limeño mazamorrero de 77 años con fama de “gringo”. Tiene experiencia de gobierno, capacidad de diálogo, demócrata y aliancista de corazón. Su principal objetivo es armar un buen equipo de gobierno y tender puentes con la oposición, especialmente con Keiko que aún está adolorida por los insultos y la derrota. Se invoca el perdón por ambos lados.
El país no puede seguir dividido entre buenos y malos, vencedores y vencidos, honrados y corruptos o demócratas y autoritarios. No hay que crear más fisuras ni atizar la violencia. Se requiere mucha paz y tranquilidad para que se inicien los cambios para seguir creciendo y consolidar la democracia sin mancillar honores, libertades ni derechos humanos.
El Perú les ha dado un gran lección de democracia tanto a PPK como Keiko para conducirlo hacia un destino mejor, cada líder manteniendo su lugar. PPK gobernando al país y la lideresa Fujimori dando directivas a su bancada de 73 congresistas para que aprueben las leyes en favor de los millones de peruanos que confiaron en ellos. En torno al presidente tendrán que aglutinarse todos los partidos políticos que lo apoyaron en la segunda vuelta, sin buscar prebendas ni favoritismos para determinado grupos de poder. Se acabaron las bravatas y los insultos.
PPK tiene la suficiente experiencia en manejo del estado que no se atrevería a permitir que nadie de su entorno saque provecho en contra de los intereses del pueblo. Es un hombre que prácticamente se ha formado en medio de los avatares y el trajín político que implica tolerancia y buena “muñeca” para dialogar y concertar de acuerdo a lo que mejor le conviene al país. Varias veces ha sido ministro de estado y un premier que se fajó durante el gobierno de Toledo para manejar el país tras la gran corrupción que dejó el “golpe” de Fujimori. Dicen que el verdadero timón del régimen del “Cholo” fue el “Gringo”.
Y PPK no solo se las juega ahora. Se las viene jugando desde 1968 en que el dictador Juan Velasco Alvarado lo acusó de estar metido en un negociado de 115 millones de dólares con la International Petroleum Company cuando era el hombre fuerte del BCR en el primer gobierno de Belaunde. Tuvo que escapar en la maletera de un auto hacia Ecuador y de allí a Estados Unidos. Claro que nunca se le probó nada. Regresa al Perú en 1980 con el retorno de la democracia y la reelección de Fernando Belaunde, quien al toque lo nombró Ministro de Energía.
Con todos estos pergaminos no está demás que Keiko le tienda la mano. Los dos tienen que gobernar jugando en pared. Uno desde el poder Ejecutivo y la “China” desde el Legislativo con sus 73 congresistas, haciendo una oposición constructiva y no de obstrucción ni destrucción, como lo sostiene el líder histórico del PPC, Luis Bedoya Reyes.
El Perú necesita de la madurez y experiencia de PPK y de la energía y juventud de Keiko. Tienen que saberse entender, conciliar, dialogar y tomar decisiones en beneficio de más de 30 millones de peruanos . No hay que desperdiciar la oportunidad y confianza que les han dado los millones de votos, especialmente de los pueblos más necesitados del país, Ya saben que lo urgente es seguridad, más trabajo, salud, educación y guerra a fondo contra la corrupción. Basta de políticos corruptos.