La columna del Director: El gobierno de la inseguridad
La columna del Director: El gobierno de la inseguridad

El Perú está viviendo el final del gobierno de la inseguridad. Ollanta Humala llegó a palacio enarbolando la bandera de la seguridad contra la delincuencia, el pandillaje, las mafias y la corrupción. El pueblo le creyó y le dio el voto mayoritario en la segunda vuelta con lo que le ganó a Keiko Fujimori. Fue una campaña llena de promesas, incluyendo el balón de gas a 12 soles. Muchos pensaron que siendo un militar, de hecho que tenía una estrategia para luchar contra los ladrones de todo calibre, pero solo se dedicó a defender a Nadine. El resultado está a la vista. Un clima de zozobra y muerte por sicarios, marcas, cogoteros y raqueteros. Las últimas víctimas son estudiantes y chicos deportistas asesinados en el Callao.

Pasaron casi cinco años y nunca se encontró una solución para frenar la delincuencia de grandes y pequeños antisociales. Se manoseó hasta más no poder a la policía poniéndole al frente a ineficientes y figuretis ministros del interior. El primero de este gobierno fue Oscar Valdés, un ex militar y ex amigo de la pareja presidencial que fue utilizado para ser hasta premier. Luego entró Daniel Lozada, quien duró apenas cinco meses. Después vino Wilber Calle y tres meses después llegó Wilfredo Pedraza, quien tras una opaca labor ministerial se quedó como asesor presidencial en asuntos de seguridad. Ante este nuevo fracaso, le siguen Walter Albán y Daniel Urresti, quien termina como un frustrado y vapuleado candidato presidencial.

Para redondear la faena de la inseguridad fue nombrado ministro del interior José Luis Pérez Guadalupe, un ex jefe de penales cuestionado por no haber podido implementar siquiera los bloqueadores de celulares en los llamadas cárceles de “máxima seguridad”. Estas han sido convertidas por los cabecillas de criminales y extorsionadores en sus centros de operaciones para dirigir a sus temibles bandas para cobrar cupos a empresarios, comerciantes y transportistas. Ese es el ministro que últimamente ha dicho que ahora “la delincuencia se ha vuelto mucho más violenta y hasta letal”.

Quiere decir que este gobierno ya no da más ante la violencia y cada vez más avezadas bandas criminales. Los delincuentes se ríen de la policía y hacen lo que quieren .Falta autoridad y liderazgo. Hace falta trabajar de la mano con los alcaldes provinciales y distritales. No sería mal evaluar la reactivación de las llamadas juntas vecinales para que los mismos vecinos ayuden a combatir la delincuencia, así como lo hacen en algunos lugares del país las rondas campesinas. Claro, hay que establecerles un marco legal para que no se atribuyan funciones que solo corresponde a la policía y la justicia.

La violencia criminal se viene generalizando en todo el país. No hay día que dejen de haber asesinatos en Lima y Callao a pesar del estado de emergencia en esta última ciudad, al igual que en el Santa y Chimbote. La extorsión y los crímenes suceden todos los días en Trujillo, Piura, Chiclayo y Tumbes. En los antes pacíficospueblos de Ica y Huaral también está creciendo la criminalidad ante la falta de vigilancia policial., Para colmo de los males, el ministro del interior ha ordenado el cambio de policías de provincias para destacarlos en Lima. Viste a un santo, para desvestir a otro. Así, solo se promueve el caos y la inseguridad.

Imposible que Ollanta haga algo más y el nuevo gobierno tiene que tomar al toro por las astas. De inmediato dar medidas de emergencia para frenar la violencia criminal. Se requiere trabajo concertado y en equipo entre gobierno, poder judicial, fuerzas policiales y municipalidades. Ya no hay tiempo para lamentos, odios ni peleas. Tras las elecciones en segunda vuelta, salga quien salga presidente, el Perú tiene que unirse porque solo unidos se terminará con la inseguridad ciudadana y la corrupción. Basta de insultos y hay que preparar a la policía para combatir con todo a los delincuentes, con estado o sin estado de emergencia.