Los asesinatos a gente inocente y trabajadora que se niega a pagar cupos siguen imparables y el Perú ya parece un país tomado por el hampa, como si los policías, fiscales y jueces estuvieran pintados. Ya no es novedad la muerte de un mototaxista, un taxista o un comerciante a manos de estos desalmados que solo buscan dinero fácil. Las mafias andan sueltas en plaza y hasta ya liberaron a Jessika Silva González, “La Rusa”, presunta cabecilla de una banda que explota a mujeres en la zona de Risso, en Lince. Por un lado, la Policía cumple su labor de capturar a facinerosos y después estos salen libres por obra y gracia de fiscales y jueces pusilánimes que siempre alegan “falta de pruebas”, cuando muchas veces estos delincuentes son capturados con la manos en la masa. Mientras la Policía Nacional, Ministerio Público y Poder Judicial sigan enfrentados no se podrá luchar contra esta lacra social. ¿Por qué es tan difícil ponerse de acuerdo y trabajar unidos? ¿Acaso hay otros intereses?

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