Penal Castro Castro tiene a su "Margaret Thatcher"
Penal Castro Castro tiene a su "Margaret Thatcher"

Con su metro cincuenta de estatura y apariencia de ama de casa, Yolanda Cárdenas de Prada parece -como se dice criollamente- no matar una mosca. Sin embargo, hace un mes y 20 días asumió el cargo de directora del penal de máxima seguridad Miguel Castro Castro con la consigna de imponer el orden y la disciplina entre sus dos mil 768 internos, tanto así que su firmeza le hizo ganarse el apelativo de Margaret Thatcher porque como la recordada ex primera ministra británica es una Dama de hierro.

Lidiar a diario con terroristas, narcotraficantes, secuestradores y delincuentes comunes es usual para esta mujer de 55 años, natural de Huanta y asistenta social de profesión.

Tengo 26 años de servicio en el Instituto Nacional Penitenciario (Inpe). Trabajé en los penales de Ayacucho, Huamancaca, San Jorge, Santa Mónica y hasta hace 60 días en Lurigancho, subraya.

Asegura que ser la primera mujer del Perú que asume un cargo de esa jerarquía en un penal de varones no le quita el sueño. Todas las jefaturas (psicología, servicio social y registro de ayuda técnica) están a cargo de féminas. En Castro Castro mandan las mujeres, advierte.

Hablar el lenguaje canero la ayuda a entenderse con los reos. Al primero que se me pone sabroso (confianzudo) lo cuadro (encaro) con un ajo y cebolla. Y al primer faltoso que me quiera coimear para recibir un favor, le doy su chiquita (merecido) con una mentada de madre y su cachetadón para que aprenda a respetar, remarca.

Recuerda que el último 5 de marzo, al asumir la dirección del Castro Castro, se comprometió a reducir la lacra (internos sin remedio) de su población. Del Penal parrandero, como lo llamaban por los escándalos de internos coludidos con malos policías y trabajadores del Inpe, ya no queda nada, refiere.

Las fiestas y escándalos fueron reemplazados por talleres de cocina, cerámica y corte y confección. Por botar a policías y trabajadores corruptos me involucraron en un escándalo, pero todo se aclaró, apunta en alusión a los 280 televisores LCD que dejó ingresar al penal. Lo hice basándome en una ley vigente. Los presos juntaron su dinero para comprar esos televisores que se repartieron en los 12 pabellones del penal, explica.


El trabajo que le espera a la Margaret Thatcher del Castro Castro es arduo. En el Castro Castro, el preso recibe un trato humano. Cada día me voy a casa pensando que de diez internos con quienes converso en mi jornada, seis van a salir libres sin jamás volver a pisar un penal, y duermo tranquila, anota.

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