Maritza (25 años, Chorrillos). Llevo tres meses de relación con Luis y hay algo que últimamente no me deja tranquila. Los fines de semana, su celular simplemente “deja de funcionar”.

Desde el viernes por la tarde hasta el domingo por la noche, es como si desapareciera del mundo. No hay mensajes, no hay llamadas, y cuando intento ubicarlo, siempre hay alguna excusa. “No tenía señal”, “se me olvidó el cargador”, o la clásica: “mi celular está fallando”. Lo curioso es que entre semana, su celular funciona perfectamente.

Recuerdo una vez, un sábado por la tarde, cuando decidí sorprenderlo llevándole su plato favorito. Fui hasta su casa, toda emocionada, pero cuando llegué, fue su mamá quien me abrió la puerta.

Me sonrió incómoda y me dijo que Luis había salido “de repente” y que su celular estaba dañado. Me quedé congelada, pero le dejé la comida y me fui.

Al día siguiente, cuando por fin pude hablar con él, me juró que había estado en casa todo el día, pero lo que su madre me dijo no coincidía. El auto de Luis no estaba en el garaje cuando fui, y eso, claro, lo cambió todo para mí.

Lo más difícil es esa lucha interna entre creerle o enfrentar la verdad. ¿Por qué solo los fines de semana desaparece? ¿Será que hay algo más? No sé si soy yo la que está exagerando o si simplemente no quiero ver lo evidente.

Pero cada fin de semana es lo mismo, y aunque trato de no pensar mal, esa sensación en el estómago no me deja en paz.