Hola, soy Magaly Moro y leo todos los días tu caso del corazón para darte un consejo. Siempre protejo la identidad de las personas que me escriben porque esta historia podría ser la de cualquiera.

El amor nos impulsa a ser mejores personas, pero también nos puede cegar y poner contra la espada y la pared. En este espacio recibirás un consejo, el consejo de una amiga anónima. Ojo, esto no es una terapia. En muchos casos sí es importante recurrir a una, ya sea solo o en pareja.

Hoy te cuento la historia de Rosario, de 38 años, de Jesús María:

Doctora Magaly Moro, mi esposo y yo tenemos una relación de más 15 años, no estamos casados, pero hemos formado un hogar estable con nuestros dos hijos, de 13 y 10 años.

Óscar es un buen padre, no me puedo quejar de eso. Es responsable, me apoya en las labores de la casa, no tiene vicios; es más, ni le gusta salir con sus amigos a las famosas pichangas, ni mucho menos va a fiestas solo, siempre prefiere quedarse en casa o salir conmigo y nuestros hijos.

Hasta ahí todo parece perfecto. El problema es que yo soy una mujer alegre, me gusta bailar e ir a fiestas, pero mi marido es todo lo contrario. Cuando tenemos alguna reunión familiar, siempre me acompaña, pero se queda sentado, no me saca a bailar ni por compromiso.

Hace una semana, mi familia organizó una reunión sorpresa por mi cumpleaños. Yo estaba feliz. Cuando la celebración estaba en su mejor momento, le pedí a mi esposo que, por ser mi cumpleaños, bailáramos una cumbia del Grupo 5. Me dijo que ya. Cuando empezó a sonar la canción, le dije a Óscar para bailar y me respondió que mejor la siguiente canción. Me dejó con la mano extendida. Inmediatamente mi papá me llevó a la pista de baile.

Cuando acabó la música me acerqué a mi marido y le dije que era hora de bailar, y me respondió “mujer, mejor para la siguiente”. Yo me molesté y le dije, está bien, para la siguiente, pero del próximo año y me fui a bailar con mi familia.

Doctora, me sentí humillada. Yo sé que mi marido no es el mejor bailarín, pero no le cuesta nada hacer un esfuerzo por mí. Siempre me hace lo mismo, vamos a las reuniones y se queda sentado. Es un aguafiestas y no sé qué hacer para que cambie de actitud. ¿Qué me aconseja?

CONSEJO

Querida Rosario, si tu marido siempre tuvo esa actitud, no te puedes quejar. Así lo conociste y decidiste formar una familia con él. Recuerda que a la pareja se le acepta con sus defectos y virtudes. Trata de comprender a Óscar, tal vez le cuesta mucho esfuerzo bailar. Piensa mejor en las cosas que los une en lugar de tratar de que cambie de comportamiento.