Sentado en un muro de cemento, frente a la playa, en la Punta. Ciro Castillo Rojo, frota sus manos y recuerda la noticia que cambió su vida: ser papá.

“Yo estaba de médico en el Lago Titicaca, cuando mi esposa Charito me llamó por teléfono para decirme que mi primogénito ya había nacido. Tomé el primer vuelo. Llegué al hospital y cuando lo vi por primera vez, sentí un amor infinito. Él (Ciro), con sus manitos me tocó el rostro y me jaló los lentes”.

Mientras las brisas del mar alborotaban sus cabellos, señaló que, junto a su esposa Charito trabajaron duro para el bienestar de sus hijos. “No somos, ni hemos sido excelentes padres, pero sí hemos respetado y apoyado la decisión de cada uno de ellos y hemos estado ahí para felicitarlos o alentarlos”

Mientras miraba el océano, Ciro Castillo Rojo, recordó aquel mes de abril del 2011, cuando recibió la peor noticia de su vida: la desaparición de su hijo Ciro.

“Estaba en el trabajo cuando me llamaron por teléfono para decirme que dos jóvenes estaban desaparecidos en Arequipa. Era mi hijo, mi primogénito, mi vida”

Sostuvo que, pese a lo agreste de la zona y lo inaccesible que era, nunca perdió la fe de encontrarlo con vida. “Él (Ciro) estudió ingeniería forestal y sabía qué plantas comer para sobrevivir. Cuando encontraron a la chica (Rosario), pensé que mi hijo iba a aparecer a los pocos días, pero nada. Yo lloraba a escondidas, porque mis padres me enseñaron que los hombres no lloran”

EL MILAGRO NO ESPERADO

El “padre coraje”, como lo llamaban en ese entonces, regresó a Lima para asistir junto a su esposa a la procesión del señor de Los Milagros y pedir que su hijo aparezca con vida.

“Por primera vez abrí mi corazón, me quebré y pedí que mi hijo aparezca. Prometí que estaría en Arequipa hasta que Ciro aparezca. La hermandad, me dio un ramo de flores y mi esposa me dijo que lo lleve al Colca y lo aviente”.

Mientras el sol se ocultaba, a Ciro Castillo se le quebraba la voz y dijo que, al día siguiente de aventar las rosas, encontraron el cuerpo de su hijo. “Fue un milagro que no esperé. La búsqueda terminó y mi hijo por fin fue encontrado. Quería que sea de otro modo, pero Dios lo quiso así”

Agregó que son 12 años que el Día del Padre ya no es igual, porque le falta uno de ellos, por eso, hizo una reflexión. “Siempre respeten la decisión de sus hijos. Aprovechemos el hoy, cuando están vivos. Regalémosle tiempo y amor porque mañana no sabemos qué pasará”.

Crean en el amor. “La gente ya no cree. El amor existe. Uno se resiste a veces por vergüenza, por prejuicio, por miedo, el temor hace que uno no puedo experimentar ese sentimiento tan importante”.