Una pasión que  lleva 111 años
Una pasión que lleva 111 años

Martha muestra las fotos de su padre cuando cumplió 100 años. Toda una vida, como se suele decir. “La del costado es mi mamá, ella falleció unos años después. Mi papá nunca se alejó de su lado. Cuando ya había partido, él se me acercó sonriente para contarme lo último que mi madre le había dicho: que siempre lo había querido”.

Serapio Ardiles López, padre de Martha, cumplió 111 años el pasado 29 de octubre. Nació en Cusco, pero a los 30 llegó a Chiclayo y desde entonces no ha dejado de trabajar en todo lo imaginable. “He sido agricultor, peluquero, sastre, panadero, mozo, secretario, el estómago no perdona nada”, señala con una sonrisa. No obstante, agrega que sí hubo un trabajo que le dio auténtica felicidad fue el de fotógrafo.

AL MINUTO. “En el mejor tiempo de mi vida he tomado fotografías”, dice sin chistar Serapio Ardiles. Según afirman sus hijas, fue uno de los primeros en dedicarse a este trabajo en Chiclayo, todo un “minutero”, como se decía, puesto que el tipo de cámara que usaba le permitía entregar la foto al cliente en unos cinco o diez minutos. Una innovación para la época.

“Él dominaba todo para lograr una buena fotografía. Cuando salieron las cámaras pequeñas y bastaba con presionar un botón, mi papá decía que los que usaban esas máquinas eran solo ‘machucadores’. Después, él también se consiguió una”, cuenta Martha entre risas. Pero ella no es la única que acompaña a su padre durante la entrevista. Luz Onelia, la mayor de las hijas, empieza a hacer memoria y saca cuentas con rapidez: 9 hijos (todos con el mismo compromiso), 39 nietos, 42 bisnietos y 3 tataranietos son los que conforman el legado del señor Ardiles. “Tuve 13 hijos y de los 13 murieron cuatro”, precisa don Serapio sin dejar de agregar: “También tengo varios nietos, creo que he venido a poblar la ciudad”. La siguiente pregunta es: ¿Cómo llegó a Chiclayo? “Fue por el Ejército. Cuando cumplí los 18 años entré a la milicia y salí del Cusco. Estuve en Lima y en varios lugares, hasta que llegué a Chiclayo. Entonces ya no me quise regresar y conocí a quien sería mi esposa (Segunda Carrasco Chaquila, natural de Cajamarca)”, recuerda con nostalgia.

Su hijo César no tarda en señalar que la vida de su padre no estuvo exenta de emociones. “Mi papá estuvo en la revolución de Trujillo, en 1932, porque él era parte del Apra primigenio, del Apra rebelde, que era perseguido. Él sobrevivió a todo eso e, incluso, una vez se subió a la torre del municipio de Chiclayo e izó la bandera del Apra. Todos se quedaron aterrados”, relata.

EL SECRETO. La pregunta inevitable: ¿Cuál es el secreto de Serapio Ardiles para llegar a superar los 100 años de vida? El entrevistado se toma una pausa para contestar. Luego, con toda la tranquilidad del mundo, declara: “Yo mismo no lo comprendo, todos los que han vivido conmigo se han marchado primero”. Menciona, eso sí, que en sus 111 años de vida nunca tuvo vicios. “Él siempre dice: ‘Yo no soy colérico ni envidioso y me llevo bien con todos’. Y es cierto, hasta ahora mantiene el buen humor”, añade César.