Qué tal.

, “La Pulga”, mediante un burofax, que es un documento legal que solo se puede gestionar a través de este servicio, ha solicitado al Club , su casa por más de 20 años, la rescisión de su contrato, apelando a una cláusula por la que puede agarrar sus chivas y abandonar unilateralmente al equipo “culé”.

La noticia ha samaqueado al mundo pelotero y, desde ya, corren las apuestas sobre la nueva camiseta que se pondrá el 10 argentino, aunque, claro, primero deberá oficializarse su salida del cuadro que ahora dirige el holandés Koeman, quien llegó con la amenaza de que se acabaron los privilegios.

De hecho, Messi se dio por aludido. El humillante 8-2 que le aplicó el Bayern a los azulgranas en la Champions fue la puñalada que terminó por matar la ilusión del mejor jugador del mundo, no solo de ganar la “orejona”, sino también de tener protagonismo y ser arropado por un equipo más armado y trabajado. Esta decisión de Messi nos trae a la memoria la polémica frase del fallecido escritor uruguayo Eduardo Galeano.

Oído a la música: “En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo de fútbol”.

Literatura rebatible, pero “La Pulga” iba en ese camino; todo indicaba que su fidelidad por el Barcelona iba más allá de la millonada que gana, sin embargo, parece que pretende tener una despedida gloriosa del balompié, más acorde con el Dios de la pelota, que es su marca, algo que con este Barza, inerme, no podría conseguir.

Marca y As tienen magníficas crónicas sobre la eventual salida de Messi, pero hay una frase en Sport que nos parece contundente sobre la implicancia de la estrella argentina: “La posible salida de Leo Messi puede tener unas consecuencias incalculables”, apunta.

Y es que “La Pulga” no solo es la figura, también es marketing, publicidad y garantía de espectáculo. Elementos que también tienen precio de varios ceros. Ya veremos para dónde se las pica. Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.