Dormir bien es esencial para la salud, y hay variaciones en la posición de la cama que pueden marcar la diferencia. La terapia de la cama inclinada se trata de elevar la cabecera 15 cm, lo que produce una inclinación de 5 grados. Creado por el ingeniero mecánico británico Andrew K. Fletcher, este concepto se basa en su observación de que, en las plantas, la interacción entre la gravedad y las distintas densidades de los fluidos impulsa a la savia a circular hacia arriba y hacia abajo en un movimiento continuo. Un mecanismo similar se puede aplicar a la biología humana.
En los árboles, la gravedad extrae hacia abajo la savia más densa de la parte superior, lo que obliga a la savia más diluida en la parte inferior a elevarse. En otras palabras, la interacción entre la gravedad y la densidad variable de los fluidos permite que la savia, que distribuye los nutrientes dentro del árbol, circule en un ciclo perpetuo.
Este mismo mecanismo parece ser aplicable al cuerpo humano, que es la base de la terapia de la cama inclinada. La práctica de dormir en una pendiente no es nueva; muchas de las camas diseñadas para la realeza egipcia tenían una inclinación de aproximadamente cinco grados. La cama de la reina Hetepheres I es un ejemplo.
Existen varios métodos comunes para crear esta inclinación: algunas personas utilizan bloques de madera o cemento, otras elevadores de cama, y algunas cuñas que se deslizan debajo del colchón. Lo importante es asegurarse de que el armazón de la cama esté estable antes de acostarse para pasar la noche.
Un estudio de un antropólogo médico reveló que la terapia de la cama inclinada puede eliminar rápidamente las migrañas y aliviar síntomas de afecciones como Alzheimer, diabetes, glaucoma, esclerosis múltiple, apnea del sueño, reflujo ácido, edema y varices.
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