¡Sobrino, me derrito! Estamos en medio de una ola de calor que ya no me deja ni pensar. Y no estoy exagerando: estudios muestran cómo las altas temperaturas vienen generando caídas en las horas de trabajo y el desempeño de los trabajadores. Esto presiona a nuestro maltrecho sistema de salud, que tiene que andar atento a los golpes de calor y mayores casos de dengue.
Lo peor es que, como siempre, los más afectados son los que menos tienen. Los cambios de temperatura afectan sustancialmente a la agricultura, sector en el que trabajan y del que subsisten muchos peruanos en pobreza. Además, muchos de los hogares más vulnerables están ubicados en zonas más expuestas a desastres y, para colmo, tienen menor acceso a servicios básicos. Por último, las zonas donde se asientan los hogares vulnerables son principalmente pavimento y nada de árboles. Está demostrado que esto aumenta bastante la sensación de calor. Como referencia, Lima tiene un tercio de áreas verdes por habitante de lo que la OMS recomienda. ¡A plantar arbolitos, sobrino! Y cuídate.