Las bandas de extorsionadores están atacando a todos sin piedad, pues ya ni se salvan autoridades y funcionarios locales, tal como hemos dado cuenta ayer en nuestras páginas. A ellos se suman artistas, deportistas, empresarios grandes y pequeños y ciudadanos en general. Ni taxistas y mototaxistas se libran de estas lacras que a la larga van a terminar afectando la economía y la generación de empleo. Usted, estimado lector, ¿pondría un restaurante o una bodega para terminar pagando a una banda de hampones que lo amenazan junto a su familia y lo obligan a darle miles de soles? La respuesta es evidente. Por eso, urge reducir el accionar de estas bandas. Pero nada de eso será posible si no hay voluntad política de hacerlo, y tenemos a un gobierno más preocupado en los viajes al exterior que en atender el drama del ciudadano de a pie que lo asaltan apenas sale de su casa o no sabe si sus hijos adolescentes tendrán la desdicha de cruzarse con unos miserables capaces de dispararles para quitarles el celular. Es la cruda realidad.