La repentina muerte de Hernando Guerra García no solo ha causado pesar en su entorno familiar y el ámbito de la política, también ha puesto a la luz la precaria situación del primer nivel de atención del sistema de salud en nuestro país. Lo que vivió el congresista es lo que millones de peruanos pasan día a día en busca de atención médica, donde prácticamente se juegan la vida. Pedir la renuncia del actual ministro de Salud tras la muerte del parlamentario es exagerado, porque la paupérrima situación de postas y centros de salud a nivel nacional no es un problema actual, se arrastra de años atrás, que en más de una oportunidad este diario ha dado a conocer, pero que los diferentes gobiernos han ignorado. Ahora fue “Nano”, pero diariamente son miles de peruanos, anónimos para las autoridades, quienes pierden la vida por falta de atención médica, ausencia de personal médico y carencia de medicamentos. Ojalá y el deceso de una figura pública permita una mejora en el sector salud que beneficie a todos los peruanos.