La inflamación es una respuesta del cuerpo frente a una agresión. Hay muchos factores desencadenantes de inflamación, entre ellos, el estrés, la obesidad, la falta de ejercicio, exposición a elementos tóxicos como la contaminación ambiental, una mala dieta, etc.
Naturalmente contamos con mecanismos fisiológicos capaces de neutralizar la respuesta proinflamatoria, nuestro cuerpo puede responder con sus defensas para resolver la inflamación y mantener un equilibrio, sin embargo, en las últimas décadas, los factores desencadenantes superan esta capacidad lo que resulta en el incremento de enfermedades degenerativas como el cáncer.
Por otro lado, uno de los nutrientes que juega un rol potente en el control de la inflamación es el omega 3 proveniente del pescado. Su consumo insuficiente y, sumado a ello, un exagerado consumo de alimentos fuente de omega 6 (ej. frutos secos), así como el de aceites de cocina, favorece la inflamación.
Reducir estos aceites y consumir pescado graso, tres veces por semana, son clave para la salud.
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