La investigación ha demostrado que las lágrimas emocionales (llorar debido a emociones) pueden tener un efecto regulador sobre el cortisol y el estrés.
El acto de llorar puede ayudar a las personas a procesar emociones intensas y a liberar tensión emocional acumulada. Al permitir que las emociones fluyan y se expresen a través del llanto, se puede experimentar un alivio de la tensión emocional y el estrés.
Llorar está relacionado con la regulación del sistema nervioso autónomo, que controla funciones como la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración. Al llorar, se puede activar la respuesta parasimpática, que contrarresta la respuesta de lucha o huida asociada con el estrés. Algunos estudios sugieren que llorar puede llevar a la liberación de neurotransmisores y endorfinas, que son sustancias químicas en el cerebro asociadas con el bienestar y la reducción del dolor.
Un estudio publicado en 1995 por Vingerhoets y van Heck examinó los efectos del llanto en los niveles de cortisol. Encontraron que, en un grupo de personas que experimentaron una reducción de su estado de ánimo después de ver una película triste, los niveles de cortisol aumentaron después del llanto. Sin embargo, en otro grupo que experimentó una mejora del estado de ánimo después de llorar, los niveles de cortisol disminuyeron. Esto sugiere que la relación entre el llanto y el cortisol es compleja y puede depender de factores individuales y contextuales.
Otro estudio publicado en 2011 por Bylsma y sus colegas examinó la relación entre el llanto y el alivio del estrés. Encontraron que las personas que informaron haber llorado experimentaron una disminución en el estado de ánimo negativo y una disminución en los niveles de cortisol en comparación con quienes no lloraron después de un evento estresante
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