Y la espera terminó. Llegó el día que todos los peruanos querían, la última prueba, el último esfuerzo, los últimos 90 minutos que durante 36 años se esperaron con ansias, el corazón latiendo a mil y también con miedo.
Lima amaneció acelerada: ni en fiestas patrias el rojo y blanco estuvo tan visible en las calles. Hinchas de todas las edades lucieron con orgullo la camiseta de la selección esperando las 9:15 p.m., hora en la que el sueño podía hacerse realidad.
El día transcurrió lento, las horas se hicieron eternas y los minutos interminables, sobre todo para un país futbolero que dejó de vivir fútbol durante las 8 Eliminatorias en las que no se logró el objetivo.
Cambios acertados.
Los once “tigrillos” que saltaron a la cancha del Nacional lo hicieron convencidos de que la historia estaba a punto de cambiarse. Desde la zona técnica, Ricardo Gareca recordaba cómo inició este largo proceso en el 2015, cómo poco a poco los peruanos volvían a confiar en su selección. Como con paciencia y goles, le devolvía la esperanza a más de 30 millones de peruanos de volver a ver a su país en una Copa del Mundo.Las tres modificaciones que realizó funcionaron. Luis Advíncula le dio mayor movimiento a la banda derecha que le cedió Aldo Corzo. Precisamente “Bolt” a los 6’ estrelló un zapatazo en el travesaño del arquero Marinovic. Perú asomaba y el Nacional retumbaba. “Selección, esta noche vamos a ganar. Cantaré hasta yo verte en el Mundial”, se escuchó a una sola voz y ello le metió presión a los “kiwis”.
Perú era más, llegaba al arco rival; pero la ansiedad por romper el 0-0 era mayor y no dejaba pensar con claridad.
Andy Polo tomó el lugar de André Carrillo, le rompió la cintura a los neozelandeses con su agilidad y dejó varias pelotas venenosas que no lograron rozar las redes de Marinovic. Aún no.
Raúl Ruidíaz también hizo lo suyo. Desesperó a la defensa, se “colaba” entre las murallas buscando el gol que nos acercara a Rusia. Hasta ahí, el Perú seguía soñando y teníamos la bendita palabra atascada en la garganta.
Para ti, hermano.
Se conocen desde niños. Jugaron juntos en las inferiores de Alianza Lima y desde muy pequeños soñaron con defender la blanquirroja y llevarla a un Mundial. Un resultado adverso no les permitió jugar juntos el partido más importante de sus vidas; sin embargo, Jefferson Farfán no olvidó a su hermano Paolo Guerrero.A los 25’ Christian Cueva “robó” una pelota desde campo nacional; encaró, se arriesgó y dejó en el camino a cuanto neozelandés quisiera evitar que el sueño mundialista de Perú se esfume. Cerca de él, vio llegar a la “Foquita”, le cedió el balón y Jefferson no dudó en fusilar al “1” “kiwi” para convertirnos en la última selección clasificada al Mundial. El gol, la celebración, la clasificación era para el capitán, el gran ausente y uno de los promotores de la alegría más grande del país. Corrió a la zona técnica y pidió la “9” -la camiseta de su hermano-, la mostró a las cuatro tribunas del estadio y lloró.
Nueva Zelanda sintió el golpe y adelantó sus filas. Metió a la bicolor a su campo y se aceró al arco de Pedro Gallese. Asustó, pero los primeros 45’ se terminaron.
La “Sombra” del gol.
El arranque del complemento no fue bueno para los nacionales. Los “All Whites” querían arruinar la fiesta, pero no se la pondríamos fácil.A los 65’, un tiro de esquina, cobrado por Cueva, encontró a Christian Ramos, que paró el balón y la mandó pegadita al travesaño para poner el segundo. Era el 2-0 que le daba forma a una nueva historia.
La visita intentó, quiso, le puso ganas; pero los “tigrillos” no estaban dispuestos a ceder terreno ni el pasaje más preciado.
Los minutos, nuevamente, se hicieron eternos; las ansias y el miedo otra vez jugaron su partido aparte con los hinchas.
Gareca, como en toda la Eliminatoria, pedía que piensen, que no se desesperen, que confíen en lo trabajado durante estos más de dos años; y así fue. Jugando corto y con el balón al pie, los minutos se hicieron menos tediosos y la fiesta nacional empezaba a “pintarse”.
El pitazo final llegó, la clasificación se logró luego de 36 largos años. No importa cuánto se haya sufrido, cuántas lágrimas se derramaron en el camino; porque el peruano sabe muy bien que sin susto no nos gusta. Gracias, Perú, por enseñarnos a confiar y a soñar. Gracias por todo.
Blanquirroja clasificó a Rusia tras derrotar por 2-0 a Nueva Zelanda
Ramos selló el triunfo peruano a los 65’.
Jefferson Farfán puso el primero con un zapatazo inatajable para el arquero Marinovic.
El portero neozelandés destacó por su habilidad para detener varios tiros peruanos.
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