Al Horvath cree en la resurrección del cuerpo. Culturista profesional y emprendedor de éxito, el hombre de 41 años se confiesa partidario de la filosofía del todo o nada. Tal vez por eso ha decidido apostar a una carta, la de la fe, y ha convertido una antigua iglesia en gimnasio religioso. Asegura que sabía exactamente lo que quería hacer cuando compró el edificio que albergaba una congregación metodista en Barberton, Ohio. Y lo ha conseguido con menos de un millón de dólares (algo más de 700 mil
euros).
Su espacio de divina práctica muscular se llama Faith Gym (Gimnasio de la Fe) y es apto tanto para neófitos del culto al cuerpo como para atletas experimentados.