Como todos los años, los católicos de Filipinas representan los últimos instantes de vida de Jesucristo dejándose clavar en cruces de madera o se flagelan hasta hacer saltar sangre en unas muestras extremas de devoción religiosa en el Viernes Santo.

Aunque la mayoría de filipinos van a la iglesia y pasan el festivo en familia, cientos de ellos se congregaron este viernes en los pueblos alrededor de la ciudad de San Fernando, al norte de Manila, para ver cómo algunos fieles se castigan a sí mismos para expiar sus pecados o pedir milagros a Dios.

Los espectadores grabaron con sus teléfonos mientras les hundían en las manos clavos de 8 centímetros y los centuriones luego levantaban la cruz. Minutos después, los bajaron y les retiraron los clavos.

Testimonios

“Seguiré haciendo esto mientras esté vivo, por tanto tiempo como mi cuerpo pueda hacerlo. Este es mi voto”, dice el pescador jubilado Wilfredo Salvador, de 67 años, que empezó a participar en estas crucifixiones hace 16 años tras una crisis mental.

“Esto no es nada. A veces (la herida) se cura después de un día y puedo lavar platos y bañarme”, asegura Salvador mirando sus heridas.

“Esto es por mi hijo, un epiléptico”, dice Joel Yutoc, con el nombre de su hijo tatuado en el pecho.

En el municipio de San Juan, un hombre de pelo blanco representó a Jesucristo mientras otros dos vecinos en el papel de centuriones romanos lo llevaron a un terreno elevado con unas cruces de madera.