Tsygan y Dezik
Tsygan y Dezik

Si hablamos de perros famosos, la lista la encabeza Laika, que se ha ganado un lugar especial en la historia debido a que fue uno de los animalitos que fue enviado al espacio, sin embargo, su historia no es tan feliz, pues murió a las pocas horas del despegue.

Sin embargo, al igual que Laika, otros lomitos fueron enviados al espacio con el fin de asegurarse que cuando los humanos viajaran a él todo fuera seguro.

Dezik y Tsygan

Dezik y Tsygan, dos perritos rusos, fueron los primeros animales en ser lanzados al espacio el 22 de julio de 1951. Aunque la misión no tenía como objetivo alcanzar la órbita terrestre, marcó el inicio de los vuelos espaciales con seres vivos y sentó las bases para futuras misiones.

Belka y Strelka

Belka y Strelka
Belka y Strelka

Belka y Strelka, dos perras terrier, se convirtieron en los primeros seres vivos en regresar con vida del espacio el 19 de agosto de 1960. Fueron parte de la misión Sputnik 5 y volvieron ilesas, marcando un hito importante en la historia de la exploración espacial.

Lisichka

El 2 de junio de 1958, Lisichka, una perra fue enviada al espacio junto con Ryzhik, un conejo. Fueron enviados al espacio a bordo del Sputnik 2B. A pesar de que el conejo no sobrevivió, Lisichka regresó con éxito, contribuyendo a la comprensión de los efectos del espacio en seres vivos.

Laika

Laika, una perrita callejera, fue enviada al espacio por la Unión Soviética el 3 de noviembre de 1957 en la nave espacial Sputnik 2. Fue seleccionada para el vuelo espacial debido a su tamaño y carácter dócil. Se le sometió a un riguroso entrenamiento que incluía vivir en un entorno similar al que experimentaría en la nave. Laika fue aislada en una pequeña caja y sometida a pruebas para simular las condiciones del espacio.

El lanzamiento de Sputnik 2 con Laika a bordo fue un momento histórico, pero también un acontecimiento lleno de preocupación. La nave carecía de un sistema de retorno, lo que significaba que no había posibilidad de que Laika regresara a la Tierra. Su misión estaba destinada a estudiar la reacción de un organismo vivo al ambiente espacial y, tristemente, se esperaba que Laika muriera durante el vuelo.

Su estadía en el espacio duró solo unas pocas horas antes de que muriera debido a un sobrecalentamiento. Aunque su vida fue breve, su legado perdura como un recordatorio de los desafíos y dilemas éticos de la exploración espacial.