Un guardia de tránsito australiano le puso una multa a un perro que estaba mal estacionado. El can en cuestión estaba atado a la reja que rodea el centro comercial Darwins Rapid Creek. El oficial consideró que la mascota no debía estar ahí e hizo una infracción y la adhirió a la correa del animal. Ray McEvoy, testigo de la escena, explicó que no podía creer lo que estaba viendo. Una señora de edad entró al shopping y antes ató al perro a la reja y le dejó un recipiente con agua. Al rato dos inspectores se acercaron y para mi asombro le hicieron una boleta y se la pegaron a la correa.