Los especialistas aconsejan que “no hay que llevar los problemas del trabajo a la casa”, pero en el caso de nosotros, los taxistas, es al revés: No es recomendable traer los problemas de la casa a la chamba, o sea al carro, porque necesitamos toda la concentración para trasladar sano y salvo al pasajero hasta su destino final.

Por el contrario, los taxistas estamos obligados a estar de buen ánimo, tratar de manera afable al usuario(a) y siempre sonreír. Yo, por ejemplo, ni bien sube el cliente o la clienta, saludo cordialmente y pregunto si prefiere escuchar música, qué tipo de música o si apuesta por las noticias.

Por lo general, yo le voy a la música romántica, tipo Los Doltons (“El último beso”), Los Ángeles Negros (“Murió la flor”), Los Pasteles verdes (“Angelitos negros”), Roberto Carlos (“Qué será de ti”), Nelson Ned (“Si las flores pudieran hablar”), Camilo Sesto (“Dónde estés, con quién estés”), Leo Dan (“Pídeme la luna”), Marco Antonio Solís (“Si no te hubieras ido”)…, pero hay personas que gustan del rock, valses, trova o reguetón y las complazco porque el troncomóvil está bien equipado y tengo mis USB bien marcados.

TAXISTA RA, RA. ¿Alguna vez vieron “Taxista ra, ra”? Era un programa de televisión, protagonizado por Adolfo Chuiman y Aurora Aranda, y, aparte de las peripecias en su Tico amarillo, el mensaje de fondo resaltaba el esfuerzo de muchos peruanos que ponen primera y salen a las calles a ganarse la vida. Y, por si acaso, hay taxistas médicos, doctores, ingenieros, arquitectos, funcionarias públicas, profesoras, etc. El volante es la casa del jabonero –el que no cae, resbala– y más en estos tiempos de pandemia y harta desocupación.

Lo que, seguramente, sí han escuchado es ese chiste de que los taxistas somos los profesionales más estudiosos. ¿Por qué? Porque ni bien terminamos una carrera, comenzamos otra. Ríanse, pues. Fuera de bromas, los hombres o mujeres dedicados a esta ocupación, debemos estar enterados de la coyuntura, como le llaman, porque nunca falta un pasajero sabiondo que nos haga preguntas y hay que salir bien librado. Consejo de pata: Nunca dejen de leer su Ojito, que, como se decía en años idos, está ‘como se pide chumbeque’.

EL TAXI ES SAGRADO. ¿Más chistes? A ver, un par más. – “¡Estoy cansado de que todos hablen a mis espaldas!”. –”Pero si usted es taxista”. –”Ah, verdad”.

¿Les pareció monse? A ver este: Un señor le dice al taxista que lo deje en el semáforo y el taxista le responde: “Yo lo dejo en la esquina, usted verá cómo se sube”.

Bueno colegas de la caña, no olviden que el taxi es nuestra herramienta de trabajo y, como tal, hay que respetarla y honrarla en nombre de ese pan que llevamos a la mesa de la casa. Y, por supuesto, tratemos de que el viaje del cliente sea placentero. ¡Hasta el próximo miércoles!

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