Con la llegada del Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer, este 19 de octubre, es fundamental arrojar luz sobre una situación que afecta a un número reducido pero significativo de mujeres: el diagnóstico de cáncer de mama durante el embarazo. Este tipo de cáncer es uno de los más frecuentes en gestantes, afectando a una de cada 1,000 mujeres embarazadas, de acuerdo a cifras de American Cancer Society.

“Las mujeres embarazadas con un diagnóstico de cáncer de mama se enfrentan a retos médicos y emocionales complejos. La cirugía puede ser necesaria, lo que genera preocupaciones sobre la lactancia y la alimentación del bebé. Además, los tratamientos oncológicos pueden afectar el crecimiento fetal, y es crucial un seguimiento más riguroso del desarrollo del bebé a partir de las 28 semanas”, indicó la doctora Conny Nazario, subdirectora de Medicina Fetal Perú.

El tratamiento del cáncer de mama debe iniciarse tan pronto como sea posible, con un enfoque multidisciplinario que incluya a ginecólogos y oncólogos. A partir de las 12 semanas de gestación, es posible comenzar tratamientos, garantizando la salud tanto de la madre como del feto.

“Es un mito que el cáncer se transmita al bebé. Sin embargo, el seguimiento del crecimiento fetal es vital, ya que los medicamentos pueden causar restricciones en el crecimiento intrauterino,” explicó la especialista.

Las mujeres con antecedentes familiares de cáncer de mama deben realizarse mamografías antes de los 40 años, ya que un diagnóstico temprano es crucial para el manejo efectivo de la enfermedad. La autoevaluación y los controles anuales son herramientas esenciales para detectar cualquier anomalía a tiempo.

“Es importante que todas las mujeres sean conscientes de la importancia de la prevención, realicen autoexámenes y asistan a sus controles anuales. Esto ayuda a evitar complicaciones que puedan poner en riesgo su salud y la del bebé en caso de que estén embarazadas,” remarcó la doctora Nazario.

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