MARICARMEN (25, Ventanilla). Nunca antes había estado en una situación como la que estoy viviendo, atormentada entre el amor y el temor hacia mi novio, quien ha cambiado desde que nos comprometimos en matrimonio.
Al conocer a Peter jamás imaginé que con el tiempo pudiera sacar a relucir un carácter tan fuerte y que se mostrara celoso hasta de su sombra.
En ocasiones su carácter dista mucho de su apariencia física, pues es delgado, no muy alto y cuando salimos con amigos en grupo normalmente no habla mucho.
Mientras éramos enamorados nunca me hizo problemas y se mostraba celoso dentro de lo normal, sin exageraciones ni escenas. Sin embargo, después de pedir mi mano comenzó a cambiar y ahora ya no puedo ni reírme mucho cuando salimos con amigos, sean de su trabajo o de mi grupo. Mucho menos puedo reírme cuando hacen bromas en doble sentido, pues dice que su futura esposa debe darse su lugar.
Y en el colmo de la exageración, doctora, tampoco puedo saludar a mis amigos con un beso en la mejilla, como siempre lo he hecho y como el mismo Peter hace con sus amigas.
Ahora me ha salido con la historia de que una mujer por casarse no debe dar mayores confianzas a los hombres y que tiene que comportarse a la altura de las circunstancias.
En más de una ocasión hemos conversado y Peter se altera cuando le pido que él tampoco salude con beso y sale con la clásica respuesta machista de que 'él es hombre'.
Incluso le he reclamado su cambio de actitud y me dice que las cosas tenían que cambiar con el compromiso de matrimonio y quiere que sea toda una dama como su madre, que jamás ha besado a otro hombre que no sea su padre, ni siquiera en la mejilla.



