El Día de los Derechos Humanos vuelve a poner sobre la mesa un problema que afecta a millones de personas de 50 años a más y que sigue creciendo en todo el mundo.
El Informe de la OMS señala que una de cada dos personas expresa prejuicios que subestiman o desvalorizan a los adultos mayores, generando un círculo de discriminación que reduce su acceso a empleo, formación y espacios de desarrollo.
A esta realidad global se suma el escenario latinoamericano, donde el Banco Interamericano de Desarrollo advierte que más del 30% de la población tendrá más de 50 años en las próximas décadas, un cambio que ya está transformando los mercados laborales. Sin embargo, quienes superan esa edad siguen enfrentando dificultades para actualizarse, mantenerse activos o acceder a empleos, incluso cuando poseen habilidades, experiencia y una clara voluntad de seguir aportando.
En este escenario, el reto está en reconocer las brechas que enfrentan las personas de 50 años a más y desarrollar rutas concretas que les permitan reconstruir su vida laboral, actualizar habilidades y recuperar la confianza para avanzar en una etapa que sigue llena de posibilidades. “Necesitamos pasar de los estereotipos a las soluciones, con programas que reconozcan su valor y movilicen su experiencia hacia oportunidades reales. Si no integramos ese capital humano al mercado, el país pierde talento estratégico”, mencionó Elizabeth Gómez, Jefa de Proyectos de Emprende UP, Centro de Emprendimiento de la Universidad del Pacífico y Líder del Proyecto Ecosistema Plateado
La especialista señala que la mejor forma de enfrentar el impacto emocional y laboral del edadismo es combinando apoyo psicológico con herramientas prácticas que permitan volver a construir un proyecto de vida:
● Reforzar la autoconfianza: identificar habilidades acumuladas y reconocer logros que suelen minimizarse por efecto del edadismo ayudará a que sientan mayor confianza en sí mismas.
● Actualizar competencias clave: priorizar herramientas digitales y metodologías modernas permitirá que se desenvuelvan con seguridad en los entornos laborales actuales.
● Buscar orientación profesional personalizada: ordenar el rumbo, identificar oportunidades y construir un plan laboral realista contribuirá a que puedan proyectarse con claridad.
● Participar en redes y espacios colaborativos: compartir experiencias con otros, reducirá el aislamiento, fortalecerá la motivación, abrirá nuevas oportunidades laborales y/o de emprendimiento.
● Acompañamiento emocional y psicológico: recibir apoyo durante la transición laboral ayuda a reducir el impacto de los prejuicios por edad y a fortalecer la confianza y el bienestar emocional.
● Impulso al emprendimiento sénior: contar con asesoría permitirá que las personas de 50 años a más diseñen modelos de negocio realistas y sostenibles.
“Cuando una persona mayor de 50 años atraviesa una transición laboral, necesita acompañamiento y una visión clara de las oportunidades que aún tiene por delante. Por eso resultan fundamentales los programas que facilitan su actualización, así como los que refuerzan su potencial. Es clave que las entidades públicas y privadas ofrezcan herramientas que impulsen su desarrollo continuo”, señaló Gómez.
Reconocer y apoyar a las personas mayores de 50 años es una cuestión de derechos humanos, pero también una inversión en el desarrollo económico del país. “Cada oportunidad que se abre para los emprendedores sénior transforma sus vidas, pero también enriquece el ecosistema laboral y empresarial”, finalizó.
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