En la naturaleza del gato prevalecen la curiosidad y la actitud de alerta. En cuanto a los instintos de caza, algunos los tienen más desarrollados que otros, pero un gato bien alimentado rara vez se tomará la molestia de cazar para comer, sólo lo hará como parte de su juego.
Se dice que el cerebro de un gato, en la parte emocional, es parecido al de una persona; esto les permite conocer e interpretar algunas emociones humanas, como alegría, tristeza, angustia o miedo.
Los gatos como los humanos aprenden por observación. Por ejemplo, su minino sabe cuándo usted va a salir porque seguramente realiza un ritual cada vez que lo hace, pone la ropa sobre la cama o cuando se va a acostar porque apaga las luces del cuarto.
La perseverancia es otra de sus cualidades, por eso aprenderá también lo que le interesa: dónde guarda la comida y cómo hace para abrir la puerta.