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París, Francia (AFP).- La moda nunca le interesó, aunque sus vestidos plisados crearon furor entre las mujeres más vanguardistas de los años 1920. El diseñador español  se definía como un pintor, que trataba el textil cual un lienzo, según muestra una exposición en París.

El hijo del célebre pintor español Mariano Fortuny y Marsal, obsesionado con liberar el cuerpo de la mujer, creó el emblemático vestido Delphos, una túnica de seda plisada inspirada en la cultura griega, simplemente indeformable.

Pero el recorrido artístico de Mariano Fortuny y Madrazo (1871-1949) se inició mucho antes, al poco tiempo de morir su padre a los 36 años, y de dejar España para instalarse con su madre primero en París y luego en Venecia.

"Su padre era un gran coleccionista y Fortuny pasó su infancia rodeado de objetos del Renacimiento, de textiles japoneses, chinos, persas...", explicó Sophie Grossiord, comisaria de la exposición en el palacio Galliera de la Moda.

- El chal Knossos -

Polifacético, el diseñador se sumergió primero en la fotografía, los grabados, el teatro y, en general, en estudiar el comportamiento de la luz.

"Se interesaba por todo, era un genio que patentó muchísimos inventos", desde cámaras de fotos hasta una original cúpula móvil de iluminación para el teatro, indicó Grossiord.

Cuando a principios del siglo XX se apasionó por la cultura griega, dio con su primera creación textil: el chal Knossos, una prenda de seda de unos cuatro metros de largo inspirada en las cerámicas cretenses.

Los motivos de esta especie de sari, adoptada rápidamente por artistas y bailarinas, eran impresos con moldes de madera, sobre los que Fortuny aplicaba colorantes naturales.

"Contrariamente a lo que pueda parecer, en Fortuny no hay bordados ni brocados, todo es impreso", mediante un "procedimiento complejo del que todavía hoy no conocemos todos los secretos", dijo la comisaria.

Pero sin duda fue el vestido Delphos, patentado en 1909 en París, el que precipitó una ola de clientas a su taller, en el palacio veneciano de Orfei. Recta como una columna griega, la prenda tenía tal fluidez que se adaptaba perfectamente al cuerpo.

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- La mano de su esposa -

Gracias a una técnica de plisado que empleaba tubos en caliente -cuya invención fue en realidad atribuida a su esposa Henriette-, Fortuny confeccionó un vestido indeformable, que podía retorcerse como una trenza, hasta el punto que lo vendía metido en una pequeña caja de cartón.

Un siglo después, "es así como conservamos los vestidos Delphos", dijo la comisaria.

El vestido tuvo un éxito inmediato entre "las mujeres más emancipadas y en boga" de su época, que apreciaban por encima de todo su comodidad.

Aunque empezaron llevándola solo dentro de casa, en los años 1920 la prenda Delphos ya se veía en la calle y en las altas esferas, siendo una de sus principales admiradoras la cuarta esposa de Charlie Chaplin, Oona.

Las prendas de Fortuny "son intemporales, es muy difícil fecharlas porque no seguía la moda", dijo la comisaria.

"Ante todo era un pintor y se reivindicaba como tal".

- Influencia en el siglo XXI -

Así, para sus Delphos pero también para otras prendas como el vestido Eleonora de inspiración medieval, el diseñador importaba la seda blanca de Japón, a la que "aplicaba capas de pintura hasta crear unos colores increíblemente sutiles".

Unos 280 objetos -entre los cuales unos 80 vestidos y otras prendas- forman parte de la exposición "Fortuny, un español en Venecia", abierta al público entre el 4 de octubre y el 7 de enero.

La muestra cierra con varias creaciones contemporáneas inspiradas en su obra, como un vestido de Valentino firmado por Maria Grazia Chiuri -actual directora artística de Dior-, y uno de la casa Fortuny, que este mismo año logró reproducir un ejemplar del modelo Delphos.

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