Se confiesa mil y un veces “degenerado” y admite con orgullo que su música no soporta etiquetas, así es Kevin Johansen, libre, sin parámetros. Está en Lima para anunciar su concierto el 14 de julio en el Gran Teatro Nacional, ocasión en la que presentará los temas de su disco “Mis Américas. Vol 1/2” y, por supuesto, esos clásicos que todos esperan.
-Es todo un privilegio crear en libertad, hacer música sin alguien que quiera marcar tu camino.
Sí, uno siempre intenta y busca esa libertad, porque a veces hasta uno puede ser su principal censor y crítico. La libertad en la creación, es el ultimo bastión que debe tener y proteger un artista.
-¿Has escrito canciones premeditadas, solo para ser hits, para complacer a alguien?
No, uno intenta tocar un nervio propio para que ocurra el milagro de tocar un nervio ajeno. Pero sí creo que hay una buena cantidad de artistas que viven así la música, afortunadamente quizá yo no tenga esa facilidad, hay gente más habilidosa que trabaja a pedido, a presión, que tiene obligación de sacar un tema hit.
-¿Y cómo te han tratado los críticos? Esos que muchas veces destruyen discos sin saber todo lo que hay detrás.
Cuando hay algo escrito con saña o mala leche se nota, el público se da cuenta, igual como la adrenalina, los perros y los ladrones la huelen. Yo leo todo, aunque alguna que otra vez alguien me dice salió una cosa horrible, ni la leas.
-¿Te afecta?
Obvio, los artistas somos mimosos, sensibles, queremos que a todo el mundo les encante lo que uno hace, pero tampoco es posible. Con los años y con el tiempo todo se va acomodando. Si hay una resistencia a lo tuyo es bueno a veces; hay que ser discutido para ser luego un indiscutido.
-La industria de la televisión en Latinoamerica tiene una fascinación actual con los realities de canto, la busqueda de grandes voces. ¿Qué tienen de bueno, qué de malo estos programas?
A mí me duele la competencia en el arte, me hace ruido, no me entra en la cabeza.
-Esos chicos que van tras la oportunidad de sus vidas y no todos llegan.
Siempre habrá el fin del principio de una etapa, en nuestro fuero más íntimo debemos tener la sensación de qué uno puede dar más, que más adelante tendremos un público que va a conectar con nosotros, pueden ser 200, 2 mil o 200 mil. Siempre pienso además que tú podrás abandonar la música, pero la música nunca te puede abandonar a ti.
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