Robert Muñoz, líder de la agrupación ‘Clavito y su chela’, sorprendió a propios y extraños al contar que trabajó de pintor, jardinero y gasfitero en sus primeros meses de estancia en Estados Unidos, ya que inicialmente solo había viajado a ese país para realizar un concierto, pero la cuarentena por el COVID-19 lo obligó a quedarse.
En diálogo con el diario Trome, ‘Clavito’ contó que vivió cuatro meses en la casa de un amigo en Miami. Para no incomodar a la familia, decidió ayudarlo con su trabajo: “Para no quedar mal con mi promoción, pues estábamos alojados en su casa junto a Andrea y mi pequeña hija, lo acompañé a los trabajos que realizaba. Él se dedica a reparaciones de casa. Me fui con él para ganarme el cariño y que no se sienta tan mal con mi presencia. La hice de pintor, de carguero, jardinero, gasfitero. Cosas que hace tiempo no hacía. Me volví como aquí le llaman ‘handyman’, es decir ‘mil oficios’ o personal de servicio”.
“Estuvimos 3 o 4 meses en casa de mi promoción y sentí que se estaba saturando con nuestra presencia. No nos botó, pero yo tenía que ser diplomáticos y nos retiramos. No teníamos a dónde ir, pero felizmente había una fan de ‘Clavito’, que se llama Katy, nos llamó y nos dijo que fuéramos a Los Ángeles, allá las actividades se estaban abriendo, hay peruanos y se puede trabajar en algo. Ella nos obsequió pasajes y nos fuimos a Los Ángeles. Aquí estamos desde entonces”, explicó Robert Muñoz.
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El cantante confesó que inicialmente, en Los Ángeles, no encontraba trabajo: “A nada. Sacaba de la bolsa (de ahorros). Lo único que hacía era componer, arreglar algunas canciones y esperar que todo mejores pronto. Ya cuando estábamos aquí, nos llamaban, me invitaban a cantar un tema o dos. Y cantaba. Y me daban una propina, un cariño. Bueno, aceptaba. No era un trato o un contrato. A veces había reuniones privadas de 5 o 10 personas. Me di cuenta que aquí habían ‘privaditos’ y estaban permitidos. Pero no teníamos ninguna herramienta. Si quería chambear, tenía que salir con un equipo de sonido, consola, laptop, micros. Y aquí los equipos cuestan caros, un parlante pequeño está 1500 dólares, un bajo 1800 dólares…”.
“Acá empecé de abajo, prácticamente desde cero. Cobraba 400 o 500 dólares el privado, un show de una hora y media. Acá esa suma es poquísimo. En Perú ganaba muchísimo más. Ese dinero era nada”, reveló Robert Muñoz.
Sin embargo, el cantante no se rindió y pudo comprar algunos equipos de música para hacer presentaciones; sin embargo, ahora recuerda con nostalgia ese tiempo en que fue un “mil oficios”:
“Era un poquito difícil de asimilar, de entender, de llevar, porque agarrabas un martillo, cortacésped, un compresor, un rodillo. Trataba de mantenerme perfil bajo porque sabía que podía ser temporal y no iba a ser para siempre este tipo de trabajo. A uno le hace recordar de dónde viene. Mi padre era fotógrafo, mi mamá era empleada de hogar, veníamos de provincia y venimos de abajo, y estamos hechos de roble, no nos íbamos a doblar. Yo soy un cholo superado”, manifestó.