¡Qué tal? Algunas lecciones que dejó la jornada del 11 de abril: nunca hay que cantar victoria antes de tiempo. El Perú es una caja de pandora. Una viña del Señor en la que todo puede suceder.

La decepción por la clase política se pegó con fuerza al voto: 9 millones de compatriotas no sufragaron por ningún candidato. Los dos que pasan a la segunda vuelta, Fujimori y Castillo, registran las cifras más bajas de la historia, como dice Fernando Tuesta. Y, ojo al piojo, 12 millones no eligieron a partido político alguno para congresistas. También es cierto que hubo ausentismo por temor al contagio del coronavirus, eso no podemos negarlo.

La plata como cancha no alcanza para llegar a Palacio de Gobierno. El fajín presidencial no se compra. Y no hay cadáveres políticos, por más anticuchos que tengan encima.

Los mejores ejemplos son Martín Vizcarra y José Luna Gálvez: uno al borde de la inhabilitación por 10 años para ocupar cualquier cargo público por el “Vacunagate”, y el otro con arresto domiciliario por el caso “Gángsters de la política”, sin embargo, han sido los más votados para que sean “otorongos”.

Ah, antes de que me olvide: el hijo de José Luna Gálvez, o sea José Luna Morales, y Cecilia García, los dos de Podemos Perú, auspiciadores del irresponsable manoseo a los fondos de pensiones, buscaban el Parlamento Andino y se quedarían sin mamadera.

En la previa parecía que el pescadito iba aguas arriba para lograr una buena bancada, pero, según los resultados ONPE, el FREPAP está frito y tendrá que poner las barbas en remojo. Contigo, la cola de lo que fue PPK, también quedó pulverizado. En otros tiempos abundaban en el Congreso las voleibolistas y los artistas. Esta vez el Legislativo no le ha dado pelota a la farándula y tampoco al fútbol. Lástima por Monique.

Finalmente, se tenía que decir y lo digo: las redes sociales todavía no tienen la suficiente influencia para entronar o bajarse a un postulante. Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.