ha perdido fuerza popular, pero parece no darse cuenta y anda en plan de reclamona, casi o más que el coprolálico Héctor Becerril.

Da la impresión de que Beteta no despierta aun de la pesadilla de que ya no es congresista, porque este el Parlamento fue disuelto por el presidente Martín Vizcarra, sino una suertuda integrante de la Comisión Permanente por haber sido integrante de la Mesa Directiva, presidida por Pedro Olaechea. Nada más.

El problema es que ninguno de sus partidarios le echa un poco de agua fría en la cara para que acepte su realidad, que esencialmente pasa por reconocer limitaciones funcionales.

Por ejemplo, no puede andar cuadrando a la Policía. El fujiaprismo es una quimera y Keiko no puede hacer mucho desde la prisión para defenderla.

Beteta se ha erizado por los francotiradores que circundan el Parlamento, pero ya el ministro del Interior, Carlos Morán, la puso en su sitio: "Eso solo está en una elucubración más de la señora Karina Beteta, que se resiste a aceptar que este Congreso ha sido disuelto, entonces que deje trabajar a la Policía". Listo el pollo.

Morán también desmintió algún seguimiento con camionetas con equipos especializados. O sea, Beteta mejor se defiende calladita. Los tiempos han cambiado, señora.

Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta el lunes.