Durante los años 80 en Japón, las autoridades sanitarias acuñaron el concepto de alimento funcional al té con la finalidad de lograr una población que cada vez se enferme menos.

Esta bebida contiene varios componentes con muchos beneficio para la salud, como los fitoquímicos (químicos vegetales propios de las plantas) que se distinguen, básicamente, por 2 de sus efectos: antioxidantes y antiinflamatorios.

Como sus hojas no las fermentan, almacena mayor cantidad de antioxidantes. La composición del té puede variar según la especie, el medio de cultivo, la estación del año y edad de la planta. Por ejemplo, en el té verde las catequinas (un tipo de flavonoides) representan un 80-90 % de los flavonoides, mientras que en el té negro esta proporción es de 20-30 %.

Se ha identificado que el té es una de las bebidas más consumidas a nivel mundial (después del agua) y, por tanto, una de las principales fuentes de flavonoides.

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