Los capibaras, animales cuya popularidad está en auge, son un ícono de la biodiversidad en el Perú y habitan en varias de sus áreas naturales protegidas, como el emblemático Parque Nacional del Manu, ubicado entre Cusco y Madre de Dios, según el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).
Estos enormes roedores de ojos pequeños, que han sido representados en juguetes, peluches y un sinfín de productos de alta demanda, también se encuentran en la Reserva Nacional Pacaya Samiria, el Parque Nacional Bahuaja Sonene y la Reserva Nacional Tambopata.
En grupos de hasta 20 individuos, viven, además, en la Reserva Comunal El Sira, el Parque Nacional Yanachaga Chemillén y el Bosque de Protección San Matías San Carlos, entre otras.
Sin embargo, advierte Sernanp, “enfrentan amenazas como la destrucción de su hábitat debido a la deforestación, la expansión agrícola y la contaminación de los cuerpos de agua”.
PROTECCIÓN. Pedro Pérez, especialista del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana del Ministerio del Ambiente (Minam), refiere que otra amenaza que lo acecha es la sobrecaza, tanto para consumo como para comercio, lo que representa un riesgo significativo en algunas regiones.
Agregó que en las comunidades rurales de nuestra Amazonía, su carne no es ampliamente consumida debido a una creencia popular que asocia su consumo con la aparición de manchas en la piel, pero en mercados urbanos, a menudo se vende de manera fraudulenta como si fuera carne de otras especies silvestres.
“Su conservación es vital por su papel ecológico y porque representa un símbolo de nuestra biodiversidad”, enfatiza.
A los capibaras se les denomina ronsocos en el Perú y pueden medir hasta 1.5 metros y pesar 50 kilos. Además, son sociables y se adaptan a la vida acuática.
OJO AL DATO. En el Parque de las Leyendas hay un ejemplar que se llama “Wilson” y se ha ganado el corazón de los visitantes
