A más de 3300 m s.n.m., en el valle del Mantaro, ubicado en Junín, la numerosa familia Arriaga tenía grandes deseos de emprender y, luego de muchas idas y vueltas, solo bastó con mirar a su alrededor y darse cuenta que disfrutaban de una hermosa finca, de alimentos que ellos mismos cosechaban y, especialmente, de muchas gallinas libres y felices, fue así como fundaron la ecogranja “Huevos del valle”. “Vimos la necesidad de las nuevas tendencias, de gente que quiere comer un producto fresco y saludable, que se produzca en un entorno natural, entonces nace la idea de tener una granja de gallinas camperas, libres de hormonas y de antibióticos, sin jaulas ni estrés, criadas en un entorno de bienestar animal”, afirma Luz Arriaga Feril, hija menor y gerente comercial de dicha empresa.
FAMILIA TRABAJADORA. Los esposos Eulogio Arriaga e Isabel Ferial, sus 10 hijos y hasta sus yernos iniciaron este negocio en 2019 con mil gallinas y, a la fecha, ya cuentan con más de 5 mil aves. No obstante, han tenido que enfrentar muchos desafíos para mantener en pie la empresa. Las lluvias intensas y las heladas ocasionaron inundaciones en su granja y la pérdida de maíz y alfalfa, que es el complemento de sus animales, sin embargo, siempre han visto la manera de salir adelante. “Al inicio nos costó mucho lidiar con las bajas temperaturas. Una tarde cogimos nuestro micrófono y nos pusimos a vender en los mercados de la ciudad de Huancayo, donde nos sorprendimos mucho porque la gente no creía posible que una granja de gallinas camperas pudiera producir huevos en la sierra”, cuenta entre risas Luz.Actualmente, distribuyen 105 mil huevos al mes a socios estratégicos en Junín y en más de 7 empresas en Lima, entre ellas, Edén orgánico, Campo de vida, Econa, Ecoplanet, Walwa, Qhaly Mijuna, Las Praderas, etc. Su objetivo es llegar a más tiendas, pero sobre todo poder promover el cambio de jaulas por extensos campos donde las gallinas vivan libres y felices.
PROCESO ARTESANAL. “Huevos del Valle” se diferencia por ser la primera granja del alto andino donde las gallinas son criadas en libertad, se alimentan con una comida balanceada y natural, de su propia cosecha, y beben agua de manantial, obteniendo como resultado un huevo de mayor calidad, con más vitamina A, E y más Omega 3. “Todo lo hacemos a mano y con mucho amor, como siempre debió ser”, finaliza Luz.
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