Qué tal.
Luego del escándalo por tráfico de influencias y actos reñidos con la moral y la ética entre jueces supremos y miembros del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), ya solo queda decir ¡vámonos todos y el último que apague la luz! Y no exageramos. Aunque, la verdad, para muchos, los que debieran irse son ellos, es decir esta camada nociva de autoridades de todo nivel, incluidos los congresistas, que han hecho del Estado su vergel. Donde uno pone el dedo salta la pus y la población ya no sabe para dónde correr. Y no exageramos.
OJO CON ESTO:El presidente Vizcarra ha pedido la destitución de los involucrados y que se abra una investigación. ¿Será suficiente? En todo caso, es hora de que el Congreso se lave la cara y ponga a buen recaudo la judicatura.
Aquí somos respetuosos de la institucionalidad, pero esto ya es el colmo de los colmos. No era el Consejo Nacional de la Magistratura sino el Consejo Nacional de los cara dura conchabándose con jueces supremos, uno de ellos el presidente de la Corte Superior del Callao. Y no estamos exagerando.
La justicia se ha vuelto un negocio. O quizá siempre lo fue. Solo que ahora lo refrendan unos audios lapidarios. Dios nos coja confesados.
Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.
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