Leonardo (31 años, La Victoria). Doctora, llevo 3 años casado con Lucía, mi maravillosa esposa. Pero desde hace 6 meses tenemos problemas por culpa del fútbol.
Todo comenzó cuando ella decidió empezar a jugar este deporte con un grupo de amigas de su trabajo.
Me pareció genial que hallase un deporte que le gustara y, sinceramente, me alegré mucho.
Los viernes a las 9 de la noche sale para jugar fulbito y suele regresar pasada la medianoche. Al principio, no tenía problema con ello, pero últimamente ha surgido algo que me preocupa.
Hay ocasiones en las que me gustaría compartir más tiempo con ella, saliendo a algún evento o a bailar, como solíamos hacer.
Por ejemplo, el último viernes le propuse que fuéramos a la Casa de la Salsa, en La Victoria, pero me respondió que no podía porque tenía su “pichanga” de los viernes.
Le dije que por un viernes que dejara de ir, no iba a pasar nada. Pero ella simplemente sacó sus chimpunes, se puso su ropa deportiva y se fue.
También, un domingo se fue a jugar un campeonato interdistrital, me prometió que volvería para el almuerzo. Le cociné su plato favorito, tallarines rojos, pero regresó a las 7 de la noche y me dijo que había almorzado con su equipo.
Siento que Lucía ha reemplazado nuestros momentos de pareja por el fútbol. Esto me está afectando emocionalmente. No sé si estoy siendo egoísta o si hay alguna forma en la que podamos encontrar un balance. ¿Qué me aconseja?