Magaly Moro
David (30 años, Callao). Doctora Moro, le escribo para contarle acerca de mi enamorada Nancy, con quien llevo una relación de dos meses.
Ella tiene ocho gatos y es muy cariñosa con ellos, los atiende como si fueran sus hijos. A mí no me incomoda que guste de los mininos y les dé amor. Yo también tengo una gata a la que quiero mucho. Sin embargo, he sentido que en las últimas semanas ha estado más pendiente de los felinos que de mí. Alguna vez me dijo que después de su familia, lo que más quiere en este mundo son sus gatos, y, a veces, pienso que ellos son su prioridad. Sé que me quiere, pero a veces pienso que quiere más a sus mascotas.
Hace unos días no pudimos vernos porque uno de sus gatitos se puso mal y ella tuvo que llevarlo al veterinario. Lo entendí y no le dije nada. Un día después, se dio tiempo para cenar conmigo y vi que en uno de sus brazos tenía arañones. Le pregunté qué le había pasado y me dijo que su gata, que a veces duerme con ella, le había hecho eso. Me molesté y le dije que lo mejor era no hacer pasar a su minina a su cuarto en las noches, pues le podía causar otras heridas.
A sus 25 años, mi enamorada es una gran persona y quiere mucho a los animales. Cuando ve a un michi en la calle, se detiene para acariciarlo. Luego la culpa de dejarlo la atormenta. Yo le digo que no es su responsabilidad.
No creo que esto afecte seriamente nuestra relación, señora Moro, pero me gustaría que me ponga la misma atención que le da a sus mascotas. ¿Qué me aconseja?
Ojo al consejo
Estimado David, como tú dices esto no tiene por qué afectar tu relación.
No me parece mal que Nancy quiera a sus gatos. Eso habla muy bien de ella, de su buen corazón y de la calidad de persona que es. Sin embargo, si te está incomodando su actitud de supuesta preferencia hacia sus mascotas, es mejor que se lo digas. Esto se puede arreglar conversando.