Para refrescarse del intenso sol que azota a la ciudad no es necesario trasladarse a la playa o a una piscina. Esto es algo que lo tienen bien en claro los pobladores de Huaycán, quienes han convertido un afluente de la planta de aguas residuales de Sedapal en un oasis donde no solo aprovechan para zambullirse en sus aguas, sino también para utilizarlo como lavandería al paso.
Ubicado frente a la entrada de Huaycán, el costo de acceso a la zona conocida como “el río” o “la acequía” es de 0.50 céntimos o de un sol por persona, dependiendo de la hora, pago que causa incomodidad entre los bañistas.
“No sabemos por qué nos cobran entrada. El agua es de Sedapal y no me parece justo pagar para entrar a un lugar que no tiene dueño y que encima no tiene servicios”, denuncia Carmen Sánchez, quien prueba un plato de arroz con pollo con tallarines rojos y cebiche, uno de los más vendidos por los comerciantes del lugar, quienes están prestos a satisfacer el hambre y la sed del exigente público.
CARENCIAS. Parece un paraíso tropical rodeado de cerros, pero los desperdicios inundan el lugar. Restos de comida en los alrededores e incluso bolsas de detergente flotando en sus cristalinas aguas se pueden apreciar debido a la falta de tachos de basura y limpieza.
La ausencia de baños es otra amenaza a la salud de los veraneantes, quienes tienen que hacer sus necesidades detrás de los arbustos.
“Pedimos que el alcalde se ocupe del lugar, ya que podemos contraer una enfermedad”, dijo una vecina que lavaba ropa.
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